Alimentos que resisten todo, incluso un apocalipsis

En medio de una crisis, lo primero que falta son los productos frescos. La cadena de suministro se interrumpe y las heladeras dejan de funcionar. Por eso, la clave para sobrevivir está en aquellos alimentos que resisten todo, capaces de perdurar durante años sin perder nutrientes ni volverse peligrosos.
La comida en conserva, los granos secos y los endulzantes naturales se convierten en aliados estratégicos. Muchos de ellos son baratos, fáciles de almacenar y tienen un rol clave tanto para la energía como para la salud. Son la base de cualquier despensa pensada para la emergencia.
Conservarlos de la manera correcta hace toda la diferencia. Los recipientes herméticos, la ausencia de humedad y los espacios oscuros garantizan que puedan acompañar incluso en escenarios extremos. De hecho, algunos de estos productos duran décadas sin echarse a perder.
Lejos de ser simples provisiones, representan un plan de respaldo frente a catástrofes naturales, apagones o emergencias prolongadas. Estos alimentos resisten el paso del tiempo y, en muchos casos, también resultan versátiles a la hora de prepararlos.
Uno de los básicos. Guardado en un recipiente hermético puede durar hasta 30 años. A diferencia del integral, no contiene aceites que se pongan rancios. Es calórico, fácil de cocinar y se adapta a múltiples recetas.
Son otro pilar. Garbanzos, lentejas o porotos, conservados al vacío, mantienen su valor nutritivo indefinidamente. Además de proteína vegetal, pueden germinarse para obtener brotes frescos y más vitaminas.
Tiene fama de ser inmortal. Con bajo nivel de humedad y pH ácido, impide que crezcan bacterias. Existen hallazgos arqueológicos con miel comestible de miles de años. Siempre que se guarde en lugar fresco y seco, conserva intactas sus propiedades.
También son alimentos claves. Gracias al proceso de esterilización, pueden durar hasta cinco años. Aportan proteínas y grasas esenciales, además de practicidad, ya que se pueden consumir sin preparación adicional.
La leche en polvo, envasada al vacío, conserva su valor durante dos años. Aunque no iguala a la leche fresca, ofrece calcio, proteínas y vitamina D. Es liviana, fácil de almacenar y muy útil para cocinar o complementar cereales.
La sal nunca se estropea. Es un mineral esencial para la salud y también un conservante natural. Sirve para curar carnes, preservar verduras e incluso desinfectar heridas. Guardada en seco, puede mantenerse intacta por siglos.
Por su parte, el azúcar comparte esa capacidad. No caduca si se almacena sin humedad. Además de endulzar, sirve para hornear, fermentar y conservar alimentos. Aporta energía rápida, un recurso valioso en momentos de esfuerzo físico.
Las verduras deshidratadas son otro recurso infaltable. Zanahorias, papas, cebollas o espinacas secas pueden durar más de diez años. Se rehidratan fácilmente en sopas y guisos, aportando sabor, fibra y nutrientes a las comidas.
El café instantáneo, aunque no es esencial, puede almacenarse hasta veinte años. Su valor radica en lo emocional: ayuda a mantener el ánimo y la concentración en contextos difíciles. Una taza reconforta y aporta energía.
El trigo en grano completa la lista. Puede guardarse por más de tres décadas si está libre de oxígeno. A diferencia de la harina, no se echa a perder y permite molerse en el momento. Es nutritivo y versátil para múltiples preparaciones.
Estos alimentos no solo prolongan su vida útil, también aseguran el acceso a calorías, proteínas y minerales básicos. Son el núcleo de cualquier plan de supervivencia bien diseñado.
Fuente: www.clarin.com